Soñar no cuesta nada

Escuchando aquí y allá, a ratos sueltos, manteniendo alta la mirada, y atento el corazón, uno se encuentra con pequeñas perlas preciosas. Una de esas es esta canción que me acompaña en los primeros días que estoy viviendo en Ecuador:

Es de Kevin Johansen, un argentino de raices cosmopolitas, que ha publicado ya otras cosas. El estribillo es de una belleza y simplicidad sorprendente:

Qué lindo que es soñar,
soñar no cuesta nada
con los ojos abiertos.
Qué lindo que es soñar,
y no te cuesta nada mas que tiempo.


Contenido y estilo admirable. Seguro que también a ti te resonará dentro durante unos cuantos días. Sí, tiene toda la razón, soñar no cuesta y es de lo más importante, y yo siento que me invita a soñar en soñar (perdón por la repetición), y soñar a lo grande y a lo profundo.

Soñar no cuesta nada. Y, cuando el presente, lo único que tenemos, es limitado, triste, o lleno de incertezas, soñar es el primer motor de la resistencia, el inicio de nuevas posibilidades escondidas en los pliegues de la realidad. Por cierto, que del presente y de Julieta Benegas hablaremos otro día, porque hay mucho de que hablar.

Agricultura de sueños. Cultivar sueños. Ahí está el secreto.

PD: A propósito de canciones de sueños, ¿Alguien se acuerda de “Color Esperanza”, la canción de Diego Torres que ayudó a levantar Argentina de la crisis del corralito?